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Vértebra, 2025
Plástico reciclado e impreso en 3D, metal, acrílico, agua condensada, circuito electrónico y microcontrolador.

Esta pieza parte de una investigación sobre el antiguo lago del Valle de México. A partir de levantamientos topográficos, se delinearon los relieves del terreno para ubicar las zonas donde alguna vez existió este cuerpo de agua, hoy desaparecido. Utilizando la topografía actual —transformada por el crecimiento urbano de la Ciudad de México— se identificaron los valles llanos entre las montañas, que aún conservan huellas de aquel paisaje, en correspondencia con mapas históricos.

La obra propone una acción simbólica: volver a llenar el lago mediante la recolección de agua presente en la humedad atmosférica. Para ello, se imprimió en 3D una maqueta de la ciudad utilizando PET reciclado de botellas de refresco y agua embotellada, materiales que representan la forma contemporánea de distribución del agua. Un dispositivo capta y condensa la humedad del ambiente y la vierte en el lago, evocando la conexión esencial entre el agua y la vida, como columna vertebral que une el cielo y sus nubes con los lagos que abrazan la tierra.

 












Semilla

 



Semilla, 2025.
Instalación.
Carrizo, cedro, cáñamo, cerámica, agua, microcontroladores, motores, sensores de humedad y temperatura, datos de bolsa de valores de refresqueras y embotelladoras, impresora térmica, PET reciclado e impreso en 3D, cobre, aluminio, hierro y rama seca.
Dimensiones variables.
A partir de la recolección de datos relacionados con el agua desde dos puntos diferentes y opuestos, esta instalación crea una interacción entre sistemas artificiales económicos, como los datos de la bolsa de valores de embotelladoras y refresqueras que han tenido conflictos con las concesiones de agua en la República Mexicana en tiempo real, y los contrasta con datos de humedad y temperatura del lugar de la instalación. Con esto, se activa en el espacio de la instalación un sistema abierto que almacena en tickets los datos obtenidos y activa, cinéticamente y lumínicamente, un ritual donde los residuos de estas empresas —que fueron recolectados como basura en forma de botellas PET recicladas y convertidas en filamento PET impreso en la instalación— crean una repetición o mantra que busca un ritual de saneamiento de esta dinámica del agua, que ha sido modificada en su curso natural por medio de la artificialidad de su intervención.



Las semillas transportan información; el ADN cumple una función similar. En la evolución, los mecanismos que codifican la vida se basan en geometrías como la espiral, presente en la coraza del caracol y en el ADN, vinculando información con la vitalidad de un sistema.
En la sociedad, las bolsas de valores concentran información vital. Esta pieza utiliza esos datos, junto con temperatura y humedad del entorno, para activar un discurso en torno al agua y la vida. A través de botellas PET recicladas e impresas en 3D, se genera una interacción entre datos bursátiles de embotelladoras mexicanas y el ambiente.
Así, la instalación propone una reflexión sobre la tensión entre la información orgánica y la lógica vital del capitalismo, contrastando ciclos naturales con la artificialidad del agua como recurso intervenido.

Fotografías Janice Bryson



























Umbrales

 

Umbrales. Reconciliaciones lumínicas entre el desecho y lo orgánico. 2022.
Proyecto colaborativo con Carla Ibarra.
Instalación y gráfica.

La artificialidad crea formas que tienen una geometría que viene de un sentido práctico, tienen un uso y un propósito funcional para el ser humano, cuando pierden ese motivo, se desgastan y ya no cumplen su finalidad, se vuelven basura, desechos que se acumulan y pierden todo valor estético y funcional. Al contrario las formas naturales cumplen con un ciclo claro y completo, la naturaleza se reutiliza a sí misma todo el tiempo. El error de la sustentabilidad en las formas artificiales es que estas tardan siglos en desintegrarse, a veces no estamos realmente seguros de que sean totalmente absorbidas por la naturaleza, el tiempo que tardan en degradarse supera por mucho su vida útil y no se compensa su tiempo de uso, en el mejor de los casos algunos años, contra los siglos que permanecen siendo basura, despojadas de un valor estético.

Este contraste estético entre formas orgánicas y formas artificiales que han sido desechadas (convertidas en basura) es muy claro cuando se ve de forma directa, pero si se aprecia a través de un velo, en este caso a través de la sombra proyectada, nos da la oportunidad de difuminar las formas y perspectivas que nos ofrecen las sombras y la luz, sanando por medio del arte ese contraste, dándole una armonía plástica momentánea a una problemática de la modernidad tecnológica e industrial con el mundo natural. El conflicto ecológico de la producción industrial desmedida por el alto consumo crea desperdicios que terminan afectando el medio ambiente, creando un desequilibro estético que contrasta con la belleza de las formas naturales.